viernes, 16 de septiembre de 2011

La llegada a Estados Unidos.

La llegada a Estados Unidos probablemente sea uno de los momentos que más nerviosos nos pone, sobre todo a los que venimos por primera vez, ya que desconocemos por completo cómo funcionan los aeropuertos estadounidenses. En mi caso, tomé el vuelo Madrid – Chicago – San Francisco, en una operación conjunta de Iberia y American Airlines, lo que hacía que los vuelos tuvieran dos números distintos que correspondían a ambas compañías. Imagino que todos los consejos de precaución -estar con tiempo suficiente, comprobar los paneles informativos por si hubiera cambios, por supuesto comprobar la información del vuelo el día anterior por si cambiara la hora...- no son necesarios, pero si también eres novato en esto de volar, estaré más que dispuesta a responder a cualquier duda que puedas tener.

Una de las cosas que más me llamó la atención cuando me preparaba es que me dijeron que pasaría la aduana en el primer aeropuerto estadounidense que pisara. Y así fue. En Chicago O'Hare International Airport tuve la suerte, debido a la rapidez de mi enlace, de recibir un pase exprés para pasar el control de inmigración lo más rápido posible. ¿Qué te van a pedir que presentes en este control, que es lo primerísimo que te topas al bajar del avión? Durante el viaje te harán rellenar una hojita, un formulario para la aduana, con tus datos personales, del vuelo, elementos a declarar (el asistente de vuelo me dijo que si no traía alimentos no tenía que declarar nada), etc., que conservarás hasta este momento. También te recomiendo que, antes de llegar al mostrador, veas si hay una mesa con formularios o algo así, ya que es preciso rellenar también el formulario I-94. Tengo entendido que a algunas personas se lo dan en el propio avión. Si vas pensando en ello seguramente te ahorres tiempo.

Una vez llegues al control de inmigración mirarán tu pasaporte, visado, te pedirán el certificado de eligibilidad (por su nombre técnico, DS-2019), el formulario de inmigración y el I-94. Quizás te pregunten, como a mí, para qué vienes y a dónde, pero básicamente se trata de sellarte un par de cosas y graparte la parte del I-94 que te quedas tú en el pasaporte (documento importantísimo, no lo pierdas bajo ninguna circunstancia), además de tomarte las huellas y hacerte una foto (esto, por ejemplo, también lo hacen cuando llegas a Japón). De ahí a recoger las maletas, pasar por “aduana” (un mostrador con un señor que se queda con el formulario sellado de aduana), dejar tus maletas de nuevo y hala, a coger el siguiente vuelo. Aunque en el billete diga una puerta (a mí me decía Gate H11A), comprueba las pantallas, pues es bastante probable que lo cambien (yo acabé en la K18).

Es un trámite sencillo, pero reconozco que pone bastante nervioso no estar seguro de qué te van a preguntar o pedir. Respecto a por qué te hacen coger las maletas de la cinta de equipajes y volverlas a entregar, no tengo ni idea. Una pasajera de mi vuelo Madrid – Chicago me comentó que había cambiado la ley, pero dado que no me hicieron abrirlas ni nada por el estilo, sólo pasearlas unos metros, no puedo menos que estar sorprendida. Quizás sencillamente le ahorré trabajo a los mozos de las aerolíneas...

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